Tardó unos minutos para que María calmara a Lily, pero eso no mejoró mucho la situación. Ella todavía tenía miedo de Mira y ahora que María había vuelto, no quería otra cosa que regresar a casa.
—Oye, niña. ¿Podemos echar un vistazo a tu aldea? Suena interesante —dijo Mira.
Lily se sobresaltó al escuchar la pregunta de Mira e inmediatamente se puso seria.
—¡NO! ¡No, no pueden! Como dije antes, mi aldea está aislada del mundo exterior. Es decir, que no se permite la entrada a forasteros y aunque se permitiera, terminarían siendo asesinados, obligados a quedarse o encarcelados. La gente de la aldea... solo quiere vivir una vida pacífica, lejos de todas las matanzas, traiciones y guerras —respondió Lily.