María no pudo perder tiempo tratando de curarse mientras el Draco de Luz se lanzaba hacia ella a toda velocidad.
—Ay... Estúpido lagarto, ¿no podrías al menos responsabilizarte de haberme herido dándome un poco de tiempo para curarme? —María miró su brazo colgando y le preguntó al Draco de Luz.
*RUGIDO*
Al Draco de Luz le pareció que un vaso sanguíneo explotaba en su frente al escuchar la ridícula petición de María. Mientras tanto, los demás que observaban no estaban seguros de si debían elogiar la valentía de María o comentar sobre su descaro. Lo único que podían hacer era suspirar y compadecerse del Draco.
Lo único en la mente del Draco ahora era destruir a este descarado humano.
Celaine, que se estaba acercando al Draco, ahora estaba rezagada y tenía que esforzarse más para alcanzarlo.