María y Celaine se volvieron y vieron a Mira caminando hacia ellas con una leve sonrisa, una sonrisa genuina. Las dos quedaron en trance al ver una sonrisa tan hermosa en un rostro igualmente hermoso. Si hubieran sido hombres, seguramente habrían quedado perdidamente enamorados, ya que incluso siendo mujeres no podían evitar que sus corazones latieran más rápido. No querían decir nada solo para poder disfrutar de ese momento todo lo que pudieran antes de que la expresión de Mira volviera a la normalidad.
Tal como sospechaban, Mira empezó a fruncir el ceño al ver lo intensamente que la miraban.
—¡Tch! —exclamó con fastidio.
—¡Tch! —imitó su amiga en tono burlón.
Las dos chasquearon la lengua cuando Mira dejó de sonreír y su estado de ánimo se tornó algo complicado, pero por suerte María volvió a ser ella misma.
—¡Felicidades por tu avance! Supongo que algo bueno debe haber pasado para que estés tan contenta, jeje —María preguntó pero no olvidó bromear.