Drayce y Seren observaban a las dos mujeres que entraron en la cueva de hielo, de las cuales solo podían ver la apariencia de una ya que la otra tenía el rostro oculto bajo la capucha.
La figura enfundada en la túnica a la izquierda era una mujer hermosa con ojos color caramelo y largo cabello rubio miel. Seren observaba a esta joven protectora suya que parecía estar en sus veintes, pero su atención fue desviada por el endurecimiento del hombre a su lado.
La reacción de Drayce sorprendió a Seren.
—Dray, ¿qué te pasa...?
Sin embargo, el joven rey no pudo escuchar sus palabras. Todos sus sentidos estaban en la mujer de cabello rubio miel.
Frente a ellos estaba la anterior Reina de Megaris, luciendo exactamente igual a como lo hizo hace veinte años.
No había ni un solo cambio en su apariencia, como si el tiempo se hubiera detenido para ella. Un rostro de apariencia suave, una postura elegante, era la misma mujer en los recuerdos de Drayce.