Las tres concubinas del rey anterior se apresuraron a ver a su esposo donde fueron recibidas por el Médico Real Principal, quien les aseguró que su esposo no corría peligro mortal. Aparte de Lady Saira, a ninguna otra concubina se le permitía normalmente visitar el Palacio Obsidiana, pero en ocasiones como esta, ninguno de los caballeros detenía a los miembros de la familia que llegaban.
La Gran Dama se apresuró al Palacio Obsidiana tan rápido como pudo para ver a su hijo, y fue Seren quien la recibió en la entrada.
Al ver a la Gran Dama llegar con una expresión preocupada en su rostro envejecido, la joven reina se inclinó ante ella.
—Saludos, Abuela. Los demás están esperando adentro y se veían tan inquietos que me ofrecí a recibirla —dijo Seren.
La sonrisa de la anciana no tenía verdadero calor.
—¿Está mi hijo en un estado terrible? —preguntó la Gran Dama.