—¿Qué? ¿Qué acaba de pasar? —Todos miraron al joven cazador mientras esa fuerza energética invisible venía de él.
—¡Tú, chico! ¿Qué hiciste? —gritó alarmado el líder de los rebeldes—. La mano que sostenía la espada estaba temblando—. ¡No eres un cazador! ¿Quién eres?!
La Reina Teodora y sus caballeros miraron también sorprendidos al recién llegado.
—¿No te dije antes que quizá no te gustaría saberlo? —contestó el recién llegado con un tono indiferente—. Esta es mi última advertencia. Si no quieres morir, entonces vete. No deseo tener más sangre en mis manos.
—¿Crees que puedes asustarnos con esos trucos? —El líder de los rebeldes no quería ceder y avanzó hacia el recién llegado mientras señalaba algo con su espada a sus subordinados restantes—. La atención del recién llegado estaba en el líder que avanzaba con su espada.