Se inclinó para susurrarle en el oído:
—Seren, quiero estar dentro de ti. Quiero...
—Dray... ¡ah! —Su grito fuerte lo interrumpió, y antes de que pudiera decir otra palabra, encontró su dulce liberación y se colapsó de vuelta en la cama, su cuerpo cubierto de una fina capa de sudor. Por el sonido de su salvaje respiración llenando la cámara, era como si hubiera agotado años de su vida.
Mientras tomaba su tiempo para volver en sí, Seren pensó que Drayce estaba haciendo lo mismo. Como había cerrado los ojos, no sabía qué estaba pasando con el hombre que la montaba, que la miraba intensamente con ojos ya no del tono de fuego vivo, sino de un color rojo oscuro que se acercaba más al negro. Con cada segundo que pasaba, el color se oscurecía aún más, como si las sombras dentro de la cámara estuvieran corrompiendo esos ojos rojos.