El elfo entonces extendió sus manos hacia la joven mujer con velo. —Por favor, ponga sus manos en las mías, Su Majestad.
Seren obedeció sin decir una palabra.
—Ahora cierra los ojos —instruyó Yorian.
Al hacerlo, Yorian también cerró los ojos.
Varios segundos pasaron sin cambios y Drayce y Arlan pensaron que eso era lo esperado, pero de repente, sintieron una ligera fluctuación en el aire. Por un momento, pensaron que el cuerpo del elfo de cabellos plateados y la mujer velada brillaban como si estuvieran abrazados por la luz de la luna, pero al segundo siguiente, desapareció como si todo fuera solo un espejismo.
No apareció ningún círculo rúnico de la nada, y no hubo cambios en su entorno. Lo único que era diferente de cuando comenzaron era que las cejas de Yorian estaban fruncidas y Seren reflejaba su reacción, como si ambos estuvieran conectados por algo que ninguno de los que observaban podía entender.