Dentro de su habitación, después de despedir a sus sirvientes, Seren se acercó a su esposo y le ayudó a quitarse el abrigo. —Más temprano en el mercado... ¿Por qué saliste corriendo de repente? ¿Pasa algo, Dray?
—Cosas triviales. No lo pienses —respondió él, sin querer preocupar a su esposa.
—¿Pero no te fuiste a seguir ese extraño poder? —preguntó ella mientras se acomodaba en la cama.
Drayce, que estaba guardando su espada, la miró sorprendido. —¿También lo sentiste, mi Reina?
—Mmm. —Ella asintió. —Es poderoso pero extraño. Aparte de ti, nunca he sentido poderes tan fuertes en nadie. Pero de nuevo, excepto cuando me secuestraron, no he encontrado muchos seres sobrenaturales.