Seren se despertó en el cálido abrazo de su esposo. Sin molestarse en abrir los ojos, se acurrucó más en sus brazos como un bebé, como si quisiera volver a dormirse, pero…
—Buenos días, mi Reina.
Al oír la voz varonil de Drayce, aún ligeramente ronca por el sueño, ella sonrió bajo su velo. Era el tipo de sonido que querría escuchar primero todas las mañanas. Abrió los ojos, queriendo saludarlo, pero olvidó ese pensamiento cuando la maravillosa vista de su pecho musculoso desnudo la recibió.
Esto debería haber sido normal dada la diferencia entre sus físicos... pero, para su sorpresa, se dio cuenta de que estaba acurrucando su rostro contra su cuerpo desnudo con sus manos incluso acariciándolo.
—¿Ya te despertaste? —Escuchó su voz nuevamente, su tono con un toque de diversión, e inmediatamente, retiró sus manos y movió su rostro hacia arriba para mirar la expresión del dueño de ese pecho.