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El sol se había puesto cuando los tres amigos entraron en una de las tabernas en las afueras de la capital más frecuentada por mercenarios y aventureros que no eran locales de la ciudad. Era mejor de esta manera ya que había menos posibilidades de toparse con alguien conocido.
El grupo encontró afortunadamente una mesa vacía a pesar del bullicioso gentío.
Además de vestir atuendos de caza que usan los plebeyos, su aspecto había cambiado para tener las características más comunes: su piel un tanto más oscura, su cabello de un color marrón ordinario, para no destacar. Aunque para Drayce, no podía ocultar el color de sus ojos así que tuvo que sentarse en la silla de cara a la pared con la espalda al público.
Puesto que la mayoría de las personas dentro de la taberna estaban o demasiado ocupadas con sus propios asuntos o demasiado ebrias para preocuparse por los demás, no necesitaba preocuparse de que el color de sus ojos delatara su identidad.