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Una hora pasó, y el pequeño príncipe se negó a moverse de donde estaban sentados. Continuó sentado en el acantilado, mirando sin sentido al río donde sabía que estaría su madre. Esos ojos estaban hinchados de derramar lágrimas, y sus pequeños hombros se podían ver temblando de vez en cuando. Aunque de alguna manera se había calmado, en lo profundo de su corazón, aún sufría, llamando a su madre.
Para el mediodía, el muchachito se había quedado dormido, finalmente agotándose de tanto llorar continuamente. Lady Tyra, siendo ella misma una poderosa bruja, desapareció de ese acantilado con Drayce y reapareció dentro de la cámara del Príncipe Segundo.
