Drayce miró el mapa.
—Está todo blanco en el mapa. ¿Hace frío allí? ¿Nieva todo el año? —preguntó.
Esther se rió.
—No, es similar a Megaris y experimenta las cuatro estaciones. Los que están más al norte son los que realmente hace frío.
—Cuando crezca, iré allí y conoceré al rey que tiene ojos rojos como los míos —dijo y murmuró el nombre—. Draven... —Pequeño Drayce se dio cuenta de algo—. Madre, mi nombre es parecido al suyo.
—¿Es así? —Ella acarició su cabeza.
El niño escribió los nombres en un trozo de papel en blanco. —Draven, Drayce... ¿Ves? ¡Son parecidos!
—¿Quieres saber por qué son parecidos? —Esther preguntó con una sonrisa.
Drayce asintió con los ojos muy abiertos.
—Porque ambos nombres provienen de runas antiguas. Cada carácter de la runa antigua es único y tiene un significado —respondió—. Mi hijo merece tener un nombre que le quede mejor.
—¿Cuál es el significado de mi nombre, madre? —preguntó curioso.
—Tu nombre tiene la runa para 'Dragón—respondió Esther.