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Para cuando el rey Theron llegó al palacio real, ya era amanecer y los sirvientes habían comenzado sus respectivas labores del día. La guardia real acababa de cambiar de turno, y los caballeros estaban a punto de dirigirse a los campos de entrenamiento para su práctica matutina. Todos ellos fueron testigos del regreso de su rey a caballo y se sorprendieron al ver su apuesto aspecto en completo desorden. Su ropa ceremonial estaba tan manchada que ya no se podía determinar su color original, y su cabello estaba apelmazado con suciedad.
Sin embargo, ninguno de ellos se atrevió a sostener su mirada. No, ninguno de ellos siquiera podía respirar en su presencia.
Asfixiante.
El Rey de Megaris no mostraba emoción alguna en su rostro y no estaba haciendo nada en particular, pero su sola presencia hacía que la gente se sintiera sofocada.
Al llegar a la Residencia del Rey, se dirigió directamente a su cámara donde su sirviente personal le dio la bienvenida. —Su Majestad