—Entonces partiré —dijo el Rey y fue apresurado hacia la puerta. Escuchó que el Sumo Sacerdote lo llamaba desde atrás—. Haré que mi aprendiz más avanzado guíe tu camino ya que no es fácil para quienes no conocen el terreno encontrar ese templo oculto.
—Gracias por la ayuda —dijo sinceramente el Rey Theron y salió de esa cámara. En el momento en que volvió al salón utilizado para el culto, vio a su esposa de pie cerca de la estatua de alguna diosa que ni siquiera parecía la mitad de hermosa que ella, mirándolo con ojos preocupados.
Al ver su llegada, ella se apresuró en acercarse a él pero antes de que pudiera preguntar algo, el Rey Theron la envolvió con sus brazos y se aferró a ella como si estuviera aterrado de perderla.
Esther podía sentir sus emociones inquietas. Se aferraba a ella como un hombre que había experimentado una terrible pesadilla y despertó para darse cuenta de que no era real.
—¿Q-qué ha pasado? —preguntó ella—. ¿Theron?