—Y-Yo estoy aquí para verificar su estado, S-Su Alteza —respondió mientras nerviosamente se lamía los labios.
—¿Entonces por qué entrar a escondidas así y no visitarme durante el día? —contra-interrogó él.
—Estuve ocupada todo el día con mis quehaceres y solo durante esta hora tuve la libertad de
—Una joven entrando al cuarto de un hombre por su cuenta en medio de la noche. Qué atrevida y directa somos, ¿no? —preguntó, interrumpiéndola. Sabía que ella no tenía malas intenciones, pero no podía evitar ser así. Era divertido provocar a Esther, porque Esther misma sabía que estaba equivocada.
—S-Solo estaba preocupada —se lamió nerviosamente los labios de nuevo—. No quise ofenderte…
—Pero ya lo has hecho —una sonrisa diabólicamente atractiva se dibujó en sus delgados labios—. ¿Qué castigo debería darte por ofender a este príncipe?