La Carroza de la Reina se detuvo frente a su residencia y todos los sirvientes y caballeros, tanto los nuevos como los viejos, se habían alineado para dar la bienvenida a la Reina Teodora. Cuando Esther salió primero de la Carroza de la Reina, su aparición sorprendió a los demás ya que no sabían quién era esta joven mujer.
Esther ayudó a la Reina Teodora a descender de la carroza mientras los sirvientes que regresaron con la Reina se unían a los demás sirvientes y les contaban sobre la identidad de esta joven mujer.
La encargada de los sirvientes reales, cuyos ojos no se apartaban del cuerpo de Esther desde el momento en que apareció, dio un paso adelante para saludar a la Reina.
—Su Majestad, me complace verla regresar en buen estado de salud. Todos estaban preocupados por su seguridad.