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Lady Tyra asintió y explicó:
—Puesto que es una flor divina, una vez que florezca, su estado siempre será el mismo, preservado por tanto tiempo como su divinidad innata lo sostenga. Solo se marchitará el día en que aquel que te ha regalado esta flor deje de existir.
Seren miró a Lady Tyra mientras comprendía el significado de ello. Quien le había regalado esta flor era Crepúsculo. Mientras Crepúsculo exista, esta flor también existirá.
—Gracias, Lady Tyra. Siempre llevaré esta flor conmigo —sonrió Seren—. Y deseo que nunca se marchite, que permanezca fresca y hermosa por la eternidad.
Seren se conmovió visiblemente por el gesto de Crepúsculo. Le gustaba mucho el águila inteligente y considerada, pero nunca entendió hasta ahora cuán importante era ella para Crepúsculo que eligiera regalarle esta flor con un atributo protector. Ella tampoco querría que llegara un día en que Crepúsculo no estuviera a su alrededor.
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