—Drayce tarareó en respuesta —Estoy seguro de que a mi Reina le gustará cuando la ayude a calmar su corazón.
—¿Me gustará? ¿A quién le gustaría que lo mataran? —Seren pensó mientras su corazón no quería calmarse. Si no era por él matándola, estaba segura de que moriría por un fallo cardíaco repentino.
Estaba ocupada buscando razones mientras el diablo estaba perdido en sus sentidos, ocupado oliendo su aroma y sintiéndola más cerca de él.
—Yo-yo no deseo, su Majestad —respondió ella murmurando con su aliento tenue.
Las orejas de Drayce eran lo suficientemente agudas para captarlo y sus labios rozaron la parte trasera de su delicado lóbulo de la oreja —¿Qué es lo que no deseas?
Le dio escalofríos. —Estoy bien con mi corazón así. Se calmará por sí solo —respondió ella, tratando de seguir el ritmo de lo que él estaba haciendo—. ....No deseo morir...