—No dije que toda tu vida fuera inútil —bufó Segador, y Liu Wei sabía que la bicicleta estaba rodando los ojos hacia él—. Solo que tus prioridades están... jodidas —continuó la bicicleta.
—Entonces por favor, ilumíname. ¿Quién soy yo? —dijo Liu Wei con desdén, sin esperar realmente una respuesta. Vio un leve movimiento a su izquierda y señaló sin palabras a los demás hombres que los zombis se acercaban.
—Tú eres la Muerte —afirmó Segador—. Tú eres la Muerte, nada más, nada menos. Y eso lo es todo.
—¿Yo soy la Muerte? —repitió Liu Wei confundido. Pero tuvo que admitir que tan pronto como dijo esas palabras, sintió que algo dentro de él cambiaba.
—Es simple, ¿no? —respondió Segador contento—. No necesitas pensar en títulos, ni rangos, ni posiciones, ni nada de eso. Tú eres la Muerte. Y al final del día, la muerte es la cosa más simple del mundo.
