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—Estás más que bienvenido a largarte. Podemos asegurar la seguridad de nuestra mujer —gruñó Liu Yu Zeng cuando se acercó por detrás al pobre tipo y le dio una palmada en el hombro. Tenía que reconocerlo, el chico no se inmutó demasiado.
—¿Todo bien? —preguntó Liu Wei acercándose a nosotros tres.
—Aparte de que este tipo se ofreció a nadar con nuestra mujer si ella está nerviosa, ¿todo perfecto? —dijo Liu Yu Zeng con una sonrisa en su rostro que definitivamente no era una sonrisa.
—Qué amable de tu parte —dijo Liu Wei mientras se giraba hacia el tipo de los Dragones Marinos. Había olvidado completamente su nombre, pero ahora el pobre desgraciado estaba atrapado entre los dos hermanos Liu con sonrisas idénticas en sus rostros. —Pero Guo De Lun, tenemos a nuestra mujer. Y por mucho que a ella no le guste el agua, no la pone nerviosa; la hace inteligente.