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—Listo. ¿Has tomado todas las comidas liofilizadas? —pregunté por curiosidad.
—Las que estaban en los estantes, sí. Y las especias, las cocinas de camping, los quemadores y el combustible —agregó ella.
—¿Ya revisaron la bodega? —continué. Realmente no necesitábamos los MREs, pero cualquiera que no estuviera buscando comida en estos momentos sería sospechoso.
—Todavía no, te escuchamos acercarte antes de poder llegar allí.
—¿Cuánto de todo esto está libre para tomar? —pregunté, con una sonrisa en mi rostro.
—¿Depende de qué quieras? —ella contestó mirándome.
—¿Sábanas? —dije, señalando la pared de sábanas a juego en varios tamaños.
—Tuyas —respondió ella con un encogimiento de hombros.
—Gracias —con un movimiento de muñeca, traje todas las sábanas a mi espacio. Observé su rostro y me impresionó que ni siquiera parpadeó—. ¿Usuario de poder? —pregunté.
—No, solo he leído demasiadas novelas en línea —se rió.
—Realmente nada como lo que está pasando, ¿verdad? —me reí.