—Si valoras tu vida, deberías detenerte —dijo Wang Chao mientras volvía su atención hacia el agua—. Salvar al hombre o no, esa era la cuestión. Era una lástima que él no supiera la respuesta.
—¿Qué quieres decir? —contestó la mujer inocentemente mientras parpadeaba sus grandes ojos hacia él.
—Quiere decir que si te atreves a ponerle una garra encima, te unirás a tu comandante en el agua. Y no importa cuánto la gente suplique por ti, igual dejaré que ambos mueran —dije mientras me acercaba de nuevo a Wang Chao.
Quiero decir, en serio, deja al chico solo por cinco minutos y ya hay mujeres queriendo tocar lo que es mío.
—¿Puedes traerlo de vuelta? —preguntó Wang Chao mientras se giraba para mirarme.