Observé cómo Liu Yu Zeng se me acercaba con una moto acuática submarina en sus brazos. Entrecerré los ojos hacia él. —¿Eso siquiera funciona? —pregunté.
—Solo hay una manera de averiguarlo —dijo encogiéndose de hombros. Como si no la estuviera sosteniendo como un niño de dos años podría sostener un osito de peluche.
—Supongo que realmente la quieres, ¿no? —dije con un suspiro. Bah, no era como si fuera yo quien tenía que comprarla. Todo es posible con el descuento de cinco dedos. O en este caso, un espacio portátil ilimitado.
Liu Yu Zeng me miró y asintió con la cabeza. —Está bien —respondí y traje todo lo que había en la trastienda a mi espacio. —Tendrás que esperar hasta que entremos al agua para ver si funciona o no. Cruzemos los dedos para que sí.