—¿Siempre estuve interesado en la dominación mundial? —pregunté con astucia, intentando ver si dejaba escapar algo.
—No, todo lo contrario, de hecho —admitió Cerberus—. Y no pienses que no sé exactamente lo que tramas.
—¿Yo? ¿Tramando algo? Jamás —exclamé fingiendo indignación—. Pero en serio, ¿me lo podrías decir?
—Siempre sentiste que intentar controlar el mundo no era más que un dolor de cabeza esperando a ocurrir. Sin embargo, al mismo tiempo, también sentías que la gente necesitaba justicia.
—Entonces, ¿estás diciendo que controlaba mi propio mundo? —pregunté, aún más a oscuras que antes sobre lo que o quién podría ser.
—Estoy diciendo que no vas a obtener más información de mí, así que deja de intentarlo —se mofó Cerberus mientras continuábamos por la autopista. Debía ser cerca del mediodía, pero nadie parecía detenerse para almorzar. Me pregunto cómo estarían en cuanto a sus provisiones.