—Está justo ahí —dije mientras señalaba a Wang Chao, quien estaba sentado justo al lado del comandante, acabando finalmente su cena—. Así que habla.
—Quiero hablar con él en privado —respondió el Comandante Huang Nian Zu mientras me miraba desde el otro extremo de mi autocaravana. Después de comerse mi manzana. Y querer hablar con mi hombre. Si pensaba que íbamos a ceder y dejar que él estuviera a cargo, le esperaba una sorpresa.
—Oblígalo a someterse —gruñó la voz en mi cabeza por segunda vez esa noche y, en este caso, estaba inclinada a estar de acuerdo. El comandante tendría que aprender su lugar, y no era como el alfa que pensaba ser.
—Puedes hablar conmigo aquí —respondió Wang Chao mientras se giraba y apoyaba los brazos detrás de él en la encimera.
—Es clasificado —gruñó el comandante girándose para mirar a mi hombre.