—¡Joder, Lin! ¡Apúrate y encárgate de eso! ¡Vas a despertarla con todo ese ruido! —llegó una voz disgustada al lado de mi oído. Gemí e intenté girar en la cama solo para darme cuenta de que en realidad no estaba en la cama en absoluto.
—¿Cerberus? —pregunté, con la voz ronca por acabar de despertar.
—Li Dai Lu —él dijo suavemente y con delicadeza, un completo contraste con cómo sonaba apenas un momento antes—. Vuelve a dormir —continuó mientras sentía que me movía de un lado a otro—. Todo está bien. Nosotros nos encargamos.
—¿Hay algo que necesite ser manejado? ¿Los chicos están bien? —pregunté todavía medio dormida.
Antes de que Cerberus pudiera responderme, escuché lo que parecía una mini explosión afuera que desvió mi atención del sueño hacia cualquier cosa que estuviese ocurriendo afuera.
—Malditas motos —murmuró Cerberus mientras continuábamos tejiendo de adelante hacia atrás—. Siempre tienen que montar un espectáculo.