—¡Oye, Cabrón! —llamó Liu Yu Zeng en su cabeza tratando de formar una conexión mental con la motocicleta. Si Li Dai Lu decía que era posible, entonces él haría todo lo que estuviera en su poder para lograrlo.
—¿Qué quieres, Gilipollas? —gruñó la moto, y Liu Yu Zeng se regocijó internamente. Estaba preocupado de no poder formar una conexión tan rápidamente y el tiempo era esencial.
—Vas a volar —dijo Liu Yu Zeng con una sonrisa en su rostro—. Estamos... entrenando. Li Dai Lu piensa que ya es hora de que empecemos a recordar que somos usuarios de poder.
—Por mí perfecto, lo que Dai Lu quiera, lo tendrá —aceptó Lin sin protestar.
—¿Dai Lu? —preguntó Liu Yu Zeng levantando una ceja.
—¿Celoso?
—Un poco —murmuró el hombre en voz baja.
—Bien. Prepárate, estoy trayendo a todos ahora mismo.
—¡Él viene ahora! —dijo Liu Yu Zeng al resto mientras Lin se acercaba al punto de emboscada.