—¿A qué te refieres con que está caliente? —preguntó Liu Yu Zeng con una expresión de preocupación que cruzó su rostro mientras volvía a levantar su pistola a la altura del hombro. La sostenía firme, miró a Chen Zi Han. Se asintieron mutuamente y Chen Zi Han, Liu Wei y Wang Chao también levantaron sus armas y comenzaron a despejar el lado de la cocina de la habitación.
Liu Yu Zeng me hizo señas para que me acercara y en cuanto estuve al alcance de su brazo, me atrajo contra su pecho y puso su pistola delante de mí. De espaldas a su pecho, rodeó mi cintura con su brazo izquierdo mientras que su brazo derecho estaba levantado y listo para apretar el gatillo.
Chen Zi Han se giró para mirarlo a él y a los demás y cuando Liu Yu Zeng asintió, abrió de golpe la puerta del armario inferior derecho del fondo. No había nadie dentro. Solo un montón de botes de granos de café enteros, paquetes de cremadores para café, endulzantes y azúcares, así como vasos de papel desechables con tapas.
