—¿He mencionado que ya no me importa nada? —refunfuñé mientras miraba a los soldados militares que nos impedían avanzar... que nos impedían... a mí... volver a casa—. Mi paciencia ha estallado; he buscado mis ganas de importarme todo el día, pero se han ido a la mierda a casa —tarareé, tratando de entrar en el buen humor que esa canción siempre lograba ponerme.
Pero supongo que las últimas veces que la tarareé, no estaba en medio de un enfrentamiento con las armas apuntadas a mi cabeza. Intenté encontrar el lado positivo, de verdad que lo intenté. Pero no lo había. Estaba cansada, de mal humor y estaba bastante segura de que mi tía acababa de empezar. Estaba hecha para el día.
Paso Uno: Dejar que todos mueran.
Estaba a punto de dar un paso adelante para implementar mi último plan cuando Wang Chao agarró mi hombro un poco más fuerte y no me dejó mover.