—Bueno, bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí? —llegó una voz profunda y ronca a mis espaldas. Rodé los ojos y miré por encima del hombro justo a tiempo para ver a Liu Yu Zeng entrando en nuestro nuevo dormitorio.
Acabábamos de llegar a la cabaña en las montañas ayer, y hoy quería pasar el día sacando cosas de mi espacio y convirtiendo esta casa en un hogar. Los chicos habían dicho que saldrían a buscar más leña, pero supongo que no todos se habían ido.
Volvi mi atención de nuevo a la tarea que tenía entre manos, sacar mi ropa y colgarla en el increíble vestidor. Sentí los brazos de Liu Yu Zeng alrededor de mi cintura mientras se presionaba contra mi espalda.
Miré hacia abajo al suéter que sostenía, tratando de contener la sonrisa en mi rostro mientras él enterraba su cara en mi cuello. —Dulzura… pura dulzura, —murmuró mientras su cálido aliento me hacía estremecer en su abrazo.
