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Rip se inclinó hacia adelante y extendió su mano. Observé mientras el gigante ayudaba a la pobre mujer a salir de su jaula y la tomaba en sus brazos.
—¿Es realmente seguro? —preguntó la Sanadora justo cuando otra sombra se materializaba a mi lado.
—Pronto estarán muertos —dije con una sonrisa en mi rostro. Pude sentir cómo la sombra asentía con la cabeza y, de repente, los gritos cesaron, dejando solo paz y tranquilidad a su paso. Bueno, eso y el suave llanto de las chicas aterradas a nuestro alrededor —. Están muertos —añadí, por si acaso ella estaba demasiado atónita para sumar dos y dos.
Se mantuvo quieta dentro de los brazos de Rip, aferrándose a él como un gatito. Él frotó su mejilla contra la cima de su cabeza, pero por lo demás no dijo nada. —¿Ya terminó? —preguntó ella, mirándome como si yo tuviera todas las respuestas.