Miré fijamente a la mujer frente a mí, que parecía tener ganas de morir. ¿Era realmente tan difícil para ella entender que Wang Chao era mío? ¿Que él no era alguien que pudiera ser codiciado por alguien como ella?
Tome una respiración profunda. Estaba tratando de no matar a tantas personas, pero realmente estaban haciéndolo muy difícil justificar el mantenerlas vivas.
—Wang Chao, te desafío por el mando de la Ciudad A. ¿Luchar o someterte? —pregunté, sin molestarme en girarme para mirar al hombre detrás de mí. En cambio, mantuve mi mirada fija en la mujer que sonreía con arrogancia frente a mí.
El hombre en cuestión dejó su lugar y caminó frente a mí. De pie junto a la otra mujer, se arrodilló y bajó su cabeza. —Me someto —dijo, sin siquiera dudar un segundo. Podía oír movimientos a un lado mientras la horda de cientos de zombis se arrodillaba, sus cabezas inclinadas mientras me miraban.