—¿Llamaste? —dijo una voz alegre, y volteé a mirar el asiento del pasajero para ver a una chica exactamente igual a mí con coletas en su cabello y vistiendo un vestido azul muy polvoriento con un delantal a cuadros blancos y negros.
—No lo sé. ¿Lo hice? —pregunté con una sonrisa—. Hola, Loca.
—Hola, personalidad principal —respondió ella con una gran sonrisa en su rostro—. Admítelo; nos echabas de menos.
Me reí de su afirmación porque hasta este momento, no, realmente no los había extrañado para nada.
—Bueno, ahora estoy devastada —dijo Loca encogiéndose de hombros, aparentemente todo menos devastada—. Pero está bien. Algo me dice que voy a estar visitándote mucho en el próximo pequeño rato.
—Probablemente —admití—. Después de todo, tendría que estar más que un poco loca para dejar la paz y la tranquilidad de la vida que estaba viviendo para volver aquí.