—Pero no te compartiré ahora mismo —continuó gruñendo Chen Zi Han en mi oído mientras tenía mi cuerpo a su completa merced—. ¿Más tarde? Oh, joder sí, te compartiré más tarde y haré realidad todas tus fantasías. Pero ahora mismo, quiero que sepas quién es el que te está follando, quién es el que controla tu placer hasta que pierdas la razón. Quiero que grites mi nombre cuando te lleve al Cielo una y otra vez.
Mi núcleo estaba tan húmedo que podría haber jurado que estaba acostada en un charco de mis propios jugos, mis nervios tan tensos que podría romperme en cualquier momento. Y aun así, amaba cada segundo de ello.
Esta era una faceta de mi protector que nunca había visto antes, y estaba completamente enamorada de ella. Amaba cómo me controlaba, cómo tocaba mi cuerpo como un instrumento y lo que más amaba era cómo no se contenía.
—Entonces fóllame —le gruñí, intentando acercarlo más y que cumpliera todas sus promesas.