En cuanto los cinco pasamos por la puerta, se cerró con un portazo detrás de nosotros.
—Soltando un grito completamente tranquilo e intimidante, me di la vuelta e intenté abrir la puerta. Pasé frenéticamente mis manos de arriba abajo por cada lado tratando de encontrar una manija o una barra que me permitiera abrir la puerta, pero no había nada. Golpeé un par de veces y aún así nada.
—Me volví para mirar a los hombres, con los ojos muy abiertos. Lo único que podría empeorar esto sería si estuviéramos en un sótano. Los hombres se veían calmos y compuestos, pero en este punto, estaba lista para matarlos por no entrar en pánico... No es que yo estuviera entrando en pánico... Para nada...