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Arrastré mi silla hacia atrás contra el suelo y me levanté. Le hice un gesto a Li Shoi Ming para que saliera delante de mí y, cuando él dejó la sala de conferencias, lo seguí.
Acababa de pasar por la puerta cuando recibí una bofetada en mi cara. Mi cabeza se giró hacia la izquierda y podía saborear la sangre en mi boca. —Bien, eso fue estúpido —dije con una sonrisa mientras me hacía a un lado para darle al toro enfurecido que había seguido detrás de mí acceso a su objetivo.
El rugido que dejó salir Chen Zi Han fue suficiente para hacer que Li Shoi Ming palideciera mientras mi hombre agarraba al otro hombre más bajo por el cuello y lo tenía apoyado contra la pared antes de que yo pudiera siquiera limpiar la gota de sangre de mi labio.