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—Li Dai Lu —susurró antes de salir corriendo hacia la mujer que sostenía su corazón en sus pequeñas manos. Ella debió haberlo escuchado acercarse ya que se giró, el viento soplaba su vestido blanco tras de ella. Su cabello negro danzaba en el viento como un pájaro en vuelo.
—¿Por qué me dejaste? —preguntó ella. Ella no suplicaba ni lloraba, pero eso hacía que su corazón se rompiera aún más.
—Fui llamado. Donde van mis hermanos, yo también debo seguir —Liu Wei se escuchó decir, pero sonaba más como la voz que venía de la oscuridad.
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—Eso es lo que todos dicen. Fuiste llamado. Fuiste llamado por lo que me dejas aquí sola una y otra vez, siglo tras siglo, con nada más que tu recuerdo para mantenerme cálida por la noche —una lágrima solitaria caía por su mejilla mientras ella miraba hacia abajo a Liu Wei.