—¿De qué estás hablando? ¿De quién es esta historia? —exclamé enfadada—. ¡Eso es una tontería! Esta es mi vida, esta es mi historia y viviré como yo quiera. Podía ver mis llamas explotando fuera de mí por la frustración. Los colores en completo contraste con la oscuridad.
—Esta no es tu historia —siseó la primera voz—. Y esos no son tus hombres.
Incliné mi cabeza hacia atrás y estallé en carcajadas. Pero no era el tipo de carcajadas ligeras. No, esta era la risa de alguien que había sido llevado demasiado lejos. El tipo de risa que te hacía terminar encerrado en una bonita habitación blanca con una chaqueta que te permite abrazarte constantemente.
—¿Creíste que fuiste la única que volvió al principio? —preguntó la tercera voz—. Donde antes disfrutaba su suavidad, ahora solo servía como uñas en una pizarra.
—¿Quién? —exigí saber, necesitaba saber quién era la heroína más de lo que necesitaba mi próxima respiración. Y luego, una vez que lo averiguara, la perseguiría y la mataría.