—Ya has respondido a mis preguntas y te estoy dando una ventaja en tu vida de espera. Ahora, ve a descansar.
—Pero descanso mejor cuando estoy contigo —replicó él, su voz adoptando un tono suplicante.
—Jun —dijo ella—, su voz era firme, pero sus ojos se suavizaron lo suficiente para mostrar que no estaba enojada—. Vete.
Él dudó, mirando alternadamente entre ella y la puerta, claramente considerando sus opciones.
Finalmente, bajo su atenta mirada, suspiró profundamente y se levantó, arrastrando los pies hacia la salida como si físicamente le doliera irse.
Cuando llegó a la puerta, se volteó una última vez, su mano descansando en el marco.
Sus ojos se encontraron con los de ella y le ofreció la mirada más lastimera y anhelante que jamás había visto.
—Buenas noches, Lea —dijo él, su voz baja y lúgubre.
—Buenas noches, Jun —respondió ella, su tono inmutable, pero las comisuras de sus labios temblaban.