Sus ojos se agrandaron de shock cuando la figura que estaba en la entrada entró en su campo de visión.
Era Qiao Jun.
El verdadero Qiao Jun.
Se apoyaba despreocupadamente en el marco, su expresión una mezcla de burla e indiferencia.
Su voz llevaba el mismo tono que alguna vez le había traído alegría pero que ahora la llenaba de temor.
—Te has tomado todas estas molestias por mí —continuó, entrando en la cámara con un paso lento y deliberado—. Realmente me siento conmovido.
Vivian aspiró, sus ojos saltando entre la figura en la entrada y la que yacía en el suelo.
—¿Cómo—cómo es esto posible? —tartamudeó, su voz subiendo en histeria.
—Tú... tú estás aquí, pero... —Señaló el cuerpo gelatinoso con manos temblorosas—. ¿Qué es eso?
Los ojos de la Maestra Celestial Huo se estrecharon, su aguda mente evaluando rápidamente la situación.
—Una ilusión —murmuró, su voz goteando veneno—. Un señuelo diseñado para malgastar mi tiempo.