El elegante coche negro se deslizaba por la carretera débilmente iluminada mientras Qiao Jun agarraba el volante, con la mandíbula tensa y la mente en otro lugar.
A su lado estaba Vivian, su presencia pesada y opresiva, a pesar de su apariencia exterior alegre.
Ella tarareaba una melodía en voz baja, lanzando de vez en cuando miradas furtivas a Qiao Jun, su coquetería apenas disimulando la determinación que hervía bajo su superficie.
Los ojos de Qiao Jun parpadearon hacia su teléfono, que estaba en el tablero. Un mensaje, uno que estaba esperando, aún no había llegado.
—Hermano Jun, ¿estás siquiera escuchándome? —La voz de Vivian interrumpió sus pensamientos, su tono juguetón pero teñido de irritación.
—¿Eh? —él respondió distraídamente, su enfoque aún en la carretera.
Vivian puso cara de disgusto dramáticamente.