—Si quieres saberlo... bien —dijo él en voz baja, su voz hueca—. Romperé el compromiso.
Rong Xue lo miró, confundido, como si una parte de él no hubiera esperado que Qiao Jun aceptara tan fácilmente.
—Gracias —susurró Rong Xue. Su tono estaba lleno de alegría.
Las luces del coche no estaban encendidas, pero Qiao Jun podía ver la expresión en el rostro de Rong Xue.
Alegría. Esperanza. Anticipación. Y un atisbo de nerviosismo.
Qiao Jun asintió, aunque su corazón se sentía más pesado que nunca.
A pesar de las palabras que había pronunciado, algo dentro de él estaba gritando que esto no estaba bien, que las cosas no se suponían que fueran así.
Pero en ese momento, sentía que no había otra opción.
Rong Xue giró la cara, pero no dejó de charlar,
—¿Qué piensas? ¿Qué tipo de flor le gusta? —Qiao Jun parpadeó y dijo con un tono apagado:
—¿Rosa?