—No hubo problemas durante los primeros 5 minutos, pero después de eso, todo salió mal —dijo Qiao Heng, su voz se tensaba al recordar los eventos.
—Comenzó con cosas extrañas pequeñas. Mi teléfono dejó de funcionar, el GPS se congeló y de repente sentí esta abrumadora sensación de inquietud.
Intenté concentrarme en el camino, pero justo cuando pasábamos una intersección, un camión salió de la nada. Iba demasiado rápido y no había nada que pudiera hacer. Chocamos.
La habitación se quedó en silencio mientras todos absorbían las palabras de Qiao Heng.
La expresión de Qiao Li se oscureció y Qiao Jun apretó los puños, tratando de dar sentido a lo que había sucedido.
—Es extraño, Padre —dijo Qiao Li, frunciendo el ceño.
—Nunca has tenido problemas con la conducción antes. Parece como si algo estuviera trabajando en tu contra.
La señora Qiao parecía preocupada y Qiao Zirui estaba a punto de hablar cuando Yu Holea interrumpió de repente, con los ojos agudos y concentrados.