El colgante de jade absorbió la perla y su brillo aumentó.
El campo se desvaneció, revelando su verdadero entorno
Yu Holea y Yue se encontraban en la cima de la región montañosa de Kunlun.
Yu Holea se giró y abrazó a Yue,
—Gracias, Yue. Si no fuera por ti, no sé qué me habría pasado.
Yue simplemente sonrió suavemente.
Quería decir que fue su maestro quien la ayudó, pero recordando las instrucciones de su maestro, no dijo nada.
Después de abrazarse durante un largo rato, el zorro de nueve colas de repente se transformó de nuevo en el pequeño zorro blanco.
Yu Holea estaba atónita, pero lo cargó y miró hacia adelante.
Lo que estaba frente a ellos era un pozo.
El pozo se erguía en silencio, su estructura de piedra desgastada por el tiempo. Sus profundidades estaban envueltas en la oscuridad, dando una sensación de misterio e intriga.
Los ojos de Yu Holea se estrecharon al observar el pozo, una mezcla de curiosidad y cautela agitándose dentro de ella.