Ya eran las 6 en punto de la tarde.
—Hola, a partir de ahora estarás sola hasta la próxima tarde de mañana —dijo una voz.
Yu Holea asintió solemnemente.
El señor Fu sacó un colgante de su bolsillo y se lo pasó a Yu Holea.
—Toma. No sé mucho sobre este colgante. Lo compré hace apenas 2 semanas. Desde que lo tengo, siempre siento un dejo de calidez cerca de mí. No tengo ninguna arma defensiva que pueda darte, así que ajústate a ella —comentó mientras se lo entregaba.
Yu Holea se conmovió por cómo su maestro se preocupaba por ella.
Ella tomó el colgante y estaba a punto de irse cuando escuchó una voz burlona,
—¡Hmph! Pensé que era alguna dama adinerada, pero mira claramente viene de una familia pobre —se mofó el chico que había estado con ellos en el autobús.
Yu Holea se volvió y vio que era el chico que había estado con ellos en el autobús.
Al lado del chico estaba su maestro.
Por coincidencia, tanto el maestro como el chico tenían la misma expresión despectiva.