Mientras tanto, en su lujosa mansión, Yu Mei se sentaba enfurecida mientras actualizaba su feed de redes sociales. Los comentarios positivos para Holea y la reacción en contra de ella misma eran implacables.
—El falso acto de Yu Mei ya no engaña a nadie.
—Tan solo es una media hermana intentando acaparar el centro de atención. ¡Triste!
Su imagen cuidadosamente construida se estaba desmoronando, y ella podía sentir cómo su influencia en la opinión pública se escapaba.
—¡Maldita sea! —murmuró Yu Mei, golpeando su teléfono contra la mesa. Tomó su copa de vino, pero ahora el sabor le resultaba amargo.
Un suave golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos.
—Adelante —dijo tajantemente.
El Joven Maestro Bai entró, su expresión vacilante. —Mei-Mei, vine a verte. ¿Estás bien?
—¿Parezco estar bien? —respondió ella con brusquedad, su tono venenoso.