Se acercó y le dio unas palmaditas en el brazo con afecto.
—Y has sido paciente y minucioso. La victoria será tuya esta noche, estoy segura —dijo ella.
El tío Miller miró hacia el pasillo como si esperara que alguien apareciera.
—Pronto tendré que irme. El tiempo es crítico. ¿Estás segura de que aquí todo estará bien? —preguntó.
La tía Mila hizo un gesto despreocupado con la mano, su confianza inquebrantable.
—Por supuesto. Tengo todo bajo control. Vivian está lista para el ritual, Qiao Jun está en posición, y el maestro celestial llegará en breve con Yu Holea. Para cuando regreses, todo estará preparado —aseguró.
La sonrisa de su marido se ensanchó.
—Bien. Entonces me iré ahora. Deséame suerte.
—No necesitas suerte —respondió ella con una carcajada—. Ya has ganado. Pero adelante, demuéstrale quién tiene realmente el poder.
El tío Miller se inclinó y le besó la mejilla.
—Te veré más tarde esta noche, Mila. Y cuando regrese, celebraremos juntos nuestro triunfo —prometió.