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—Yu Holea enmudeció.
—Yun Jilang y los demás estaban instantáneamente en guardia.
—¡Bastardos! ¿Cómo... cómo supieron...? —Aunque Yu Holea dijo esto con voz temblorosa, había un extraño sentido de emoción en su voz.
—El corazón de todos latía rápidamente.
—Yu Holea se giró y miró a todos, pero otros estaban tan impactados por su apariencia que sentían como si su corazón fuera a saltarles del pecho. En vez de piel, su rostro estaba cubierto con una piel quemada y marrón. Su rostro entero estaba lleno de cortes y sus ojos eran completamente blancos.
—¡Ahhh! —Wei Liu no pudo evitar gritar.
—Yu Hoela sonrió escalofriantemente al escuchar el grito de Wei Liu—, ¿Qué? ¿Ahora me tienes miedo?
—Yun Jilang sacó su pistola y la apuntó hacia Yu Holea—, ¡Quédate en tu sitio o dispararé!
—Yu Holea solo sonrió con suficiencia.
—Sun Dong, por otro lado, intentó llamar a otros policías, pero extrañamente no había nadie allí.