Rong Xue se recostó ligeramente, su sonrisa vacilante.
—No tienes que mentir, Jun. Solo... aléjala de ti. Deja que vea a alguien más—deja que me vea a mí.
Su tono volvió a ser suplicante, como si estuviera tratando de convencer a Qiao Jun de que esa era la mejor manera de manejarlo.
Pero Qiao Jun negó con la cabeza lentamente.
—Ella merece la verdad. Si va a estar contigo... tiene que ser porque te elige a ti, no porque piense que ya no me importa ella.
La expresión de Rong Xue se oscureció, pero rápidamente la ocultó detrás de una fachada tranquila.
—Está bien. Lo haremos a tu manera, Jun. Solo... por favor ayúdame. Sabes que he estado esperando esta oportunidad durante años. No quiero perderla de nuevo.
Había un profundo anhelo en la voz de Rong Xue que tiraba del corazón de Qiao Jun.
Este era su mejor amigo, el que siempre había estado allí para él, el que había dado tanto.
¿Cómo podía negarle algo que había querido durante tanto tiempo?